La villa del
Saltillo está fundada sobre el terreno que en lo antiguo ocuparon los indios
cuachichiles, y era una población considerable, cuando en 1592 establecieron
allí un convento los religiosos de San Francisco. Los bárbaros combatieron a
tal punto el establecimiento, que el P. Gavira, fundador del monasterio, se
retiro a Topia, y los vecinos pidieron auxilios al virrey, asegurando que despoblarían
la villa si no eran socorridos. D. Luis de Velasco el segundo gobernaba
entonces, y ocurrió a la república de Tlaxcala, que tantos privilegios gozaba
en la colonia, y la cual facilito cuatrocientas familias destinadas a
establecer pueblos alrededor del Saltillo, para defensa de la villa, y con su
ejemplo atraer a los bárbaros a la vida doméstica.
Los tlaxcaltecas
partieron al mando de D. Buenaventura de Paz, nieto de Xicoténcatl, y de un
franciscano, su ministro: recibiólos el capitán Francisco de Urdiñola, fundador
del mayorazgo que poseyeron los marqueses de San Miguel de Aguayo, y con ellos
se fundó el pueblo de Tlaxcala, calle por medio de la villa: los vecinos
quedaron seguros, y de los tlaxcaltecas se fueron sacando colonos para otras
partes.1
El P. Fr. Antonio
Zalduendo se adelantó en 1603 hacia el Norte del Saltillo, redujo a los bárbaros
a formar algunas poblaciones, y después de tres años de permanencia, tuvo que
retirarse por no poder sufrir los insultos de los tobosos y de los cocoyomes.
Quedo así desamparada la conversión, hasta que en 1670, el P. Fr. Juan Larios, también
franciscano de la provincia de Jalisco, hizo nueva entrada, allano los ánimos
de los naturales, y con el proyecto de establecer algunos pueblos, dio la
vuelta al Saltillo : el gobernador 1 Documentos para la Historia de México.
Tercera serie, tomo i, pag. 404.
D. José García Salazar aprobó lo ejecutado, se
reclutaron familias tlaxcaltecas, y
el capitán D. Francisco Elizondo recibió la orden de apoyar a los misioneros
con setenta soldados. Monclova se había fundado en tiempo del virrey conde de
la Monclova, y al Norte, a muy corta distancia, se fundó la primera misión
llamada de San Miguel de Aguayo en 1675. 1
Los misioneros
franciscanos atrajeron de paz las tribus de obayas, boboles, tobosos, calzales, manosprietas, catujanes, milijaes,
tilijais, cabezas, contotores, bauzarigames, acafes, cantales y otros, con los cuales fundaron cinco misiones. San Francisco
de Coahuila, un cuarto de legua al Norte de Monclova, con indios boboles y obayas, a los cuales se
agregaron algunos tobosos y veinte familias de tlaxcaltecas conducidas de San
Esteban del Saltillo. Santa Rosa de Nadadores, puesta en 1677 a cuarenta leguas
al Noroeste de Coahuila, de indios cotzales y manosprietas, trasladada junto al
río de Nadadores para huir de la guerra de los tobosos, y colocada al fin, en
1693, a siete leguas al Noroeste de Coahuila: se le agregaron ocho familias
tlaxcaltecas. San Bernardo de la
Candela, con indios catujanes, tilijais
y milijaes, y cuatro familias tlaxcaltecas. San Buenaventura de las cuatro
Ciénegas, fundada por el P. Fr. Manuel de la Cruz, en 1673, veinte leguas al
Oeste de Coahuila, con indios cabezas, contotores
y bauzarigames: trasladada seis leguas mas cerca, al lugar llamado de contotores, combatieron los bauzarigames contra las otras dos
parcialidades hasta destruirlas, de manera que se extinguió la misión: repuesta
en 1692 con los tocas y los colorados, se pasó a legua y media de Nadadores,
donde fué suprimida en 1747. Santiago de Valladares, con apaches y
chantapaches, sacados de Boca de Leones, a una legua de Candela, suprimida también
en 1747.
Fundaronse además
otras misiones. San Antonio Galindo Moctezuma, en 1698, sobre el paraje llamado
las Adjuntas, al Norte de Monclova y no lejos de la junta de los ríos de
Nadadores y de Coahuila, poblada con indios mazapcs y cenizos traídos de Nuevo Leon ; se despoblo al cabo por
las extorsiones de los colonos blancos y por la guerra continua de los tobosos.
El Santo Nombre de
Jesús Peyotes tuvo principio por el P. Fr. Francisco Peñazco, con veinte
familias de indios cotzales en el
paraje llamado San Ildefonso, donde duró dos años: destruida por los barbaros,
la repobló el P. Fr. Agustín Carrera por otros cuatro años, acabando como la
vez primera; por fin en 1698 los padres Fr. Bartolomé Adame y Fr. Manuel Borrego,
la establecieron con la tribu de gijames
en el paraje en que hoy se encuentra. El nombre de Peyotes viene de la
abundancia en los alrededores.
de una yerba que
así se llama, medicinal, y con la cual se prepara también una bebida
embriagante.1 A tiro de escopeta se encuentra San Francisco Vizarron de los Pausanes, comenzada por Fr. José Rodríguez
en 1737 con familias de iinapihuayas,
pihuigues yjulimeftos, aunque la mayor parte fue ron pauzanes.2 Luego que
los apaches pasaron el Rio Grande, comenzaron a combatir estas misiones, y a
fin de salvarlas se penso en fundar una villa de españoles.
Reclutaronse
familias al intento, aunque con poco tacto en cuanto a su calidad; se les
repartieron tierras y aguas, y se puso la población inmediata a Peyotes. La
puebla recibió el título de villa, con el nombre de San Pedro de Gigedo, en
memoria del virrey, aunque también se le llamo villa de
Lugo por uno de los pobladores.3 Así los tres establecimientos casi se
redujeron a uno.
La misión de San
Juan Bautista la fundo el P. Fr. Diego Salazar de San Buenaventura, religioso
del colegio de Santa Cruz de Querétaro, a 24 de Junio de 1699, orillas del rio
Sabinas, con indios de las naciones mahuames,
pacholes, mescales,jarames, ohaguames y chahuames: a poco de congregados,
los neófitos huyeron de la misión, robándose el ganado, cosa que no resfrió al misionero, sino
que penetrando hasta el Rio Grande junto parte de los fugitivos, y con ellos y
con las tribus de pampopas, tilofayas,
pachalocos y tusanes situo de nuevo la misión de San Juan Bautista, junto
al presidio del mismo nombre, cerca del río Bravo, el año de 1701.
En 1703, a media
legua corta de la anterior, se fundó la misión de San Bernardo por los mismos
padres de la Cruz, después de haber mudado de sitio tres ocasiones ; la
poblaron con las naciones de ocanes,
canuas, catuxanes, paxc/iales, pomulumas, pacuaches, pastancoyas, pastalocos y
pamasus, a que se agregaron después los pacuas, papanatas, tuancas
y otras.
El conde de
Valladares, por decreto de 28 de Marzo de 1701, expedido a instancias de los
padres de la Cruz, creo una compañía volante de treinta hombres, de los cuales
veinte unidos a la guarnicion del presidio de Santiago de la Monclova corriesen
la tierra, y los otros diez quedasen de escolta para los misioneros de San Juan
Bautista y de San Bernardo : los soldados establecieron sus casas, de donde resulto
el presidio llamado también de San Juan Bautista, quedando agrupados los tres
establecimientos en una pequeña extensión.
La primera misión
que los padres de la Cruz formaron, fue la de Nuestra Señora de los Dolores de
la Punta, con indios pitas y pasalves.
La villa de San Fernando de Austria (San Fernando de Rosas hoy Mpiode Zaragoza), se fundó a 12 de
Febrero de 1753, por el gobernador de la provincia D. Pedro de Rabago y Terán.
Hemos apuntado
hasta aquí la manera con que las misiones se fueron estableciendo, para dar una
idea ligera del modo con que los religiosos fueron allanando la tierra, é ir al
mismo tiempo recogiendo los nombres de las tribus y los lugares donde se
encontraban. Añadiremos ahora, en confuso, las demás noticias que encontramos,
para sacar al fin algún resultado. Los
pampopas habitaban en el rio de las Nueces, a 22 leguas al Sur de la misión
de San Juan Bautista; los tilijaes más
abajo de los anteriores; al Sur de estos los patacalet, y los cachoposicdes cerca de los pampopas.
Los pajalaques vivian en el rio de
San Antonio como a 40 leguas de la misión de San Bernardo ; los pacos y los pastancoyas a 15 leguas en el paraje nombrado el Carrizo; los
panagues a 18 leguas de la misión sobre el río de las Nueces; los pauzanes sobre el rio de San Antonio, y
los paguachis a 15 leguas del mismo
San Bernardo.
En la región del oeste
las cosas pasaron de otra manera. Cuando los españoles solo habían extendido
sus conquistas hasta Cuencamé, habitaban en las orillas de las lagunas de San
Pedro y de Parras muchas tribus, de carácter manso y apocado, combatidas de
continuo por los cocoyomes y por los
tobosos, gente bárbara y cruel. Los misioneros,
a pesar de sus deseos, no habían logrado reducir a aquellas naciones, hasta que
el capitán Antón Martín Zapata, con familias tlaxcaltecas traídas del Saltillo,
convoco gente, y en compañía del padre jesuita Juan Agustina de Espinosa,
penetro en aquella comarca, y allanados los indios, sobre todo con la promesa
de defenderlos de sus enemigos, fundaron en 1598 la villa de Parras. Diósele este
nombre, por una planta semejante a la viña silvestre, y después por la
abundancia de parras que los colonos sembraron y que prosperaron
prodigiosamente. A la sombra de la villa fundaron en seguida algunas misiones;
anexos a Parras los pueblos de Noria del Pozo, la Peña y Santa Bárbara; San
Pedro de la Laguna, orillas del rio Guanaval, con su visita el pueblo de la Concepción;
San Lorenzo y sus sujetos los Hornos y Santa Ana ; San Sebastián anexo San Gerónimo
; San Ignacio y sus visitas San Juan de la Costa, San José de las Abas y
Baicuco. Menos Parras, todos estos lugares están ahora o completamente
despoblados o reducidos a haciendas.
La laguna grande
de San Pedro o Tlahuelila, la forma el río de Nazas, que en ella viene a
terminar; su circunferencia es de unas cuarenta leguas, que llega a sesenta en
las crecientes; abunda en peces y en aves acuáticas, y produce el tule una
semilla que los indios aprovechaban para hacer una especie de pan.
Eran los
habitantes de sus orillas bastante hábiles, más bien hechos de talle y más dóciles
que los infieles sus circunvecinos; en extremo tímidos y por eso muy dados a la
superstición. El fondo de su creencia la componía el miedo a los malos
espíritus, llamados en su lengua
Cachinipa: al ver el polvo levantado por un remolino del viento, se
arrojaban a tierra invocando repetidas veces a su dios, y lo mismo practicaban
por la noche, al mirar correr por el cielo las exhalaciones: creían en los
sueños; y para precaver de la muerte al padre o a la madre enfermos, ahogaban
al más pequeño de los hijos, como una víctima expiatoria. Pariendo la mujer, el
marido hacia cama, se abstenía por cinco 6 seis días de carne y de peces, por
temor de que estos animales no se dejaran coger después en la caza o en la pesca:
al término del tiempo venia un sacerdote y sacándole de la casa por la mano,
terminaba el ayuno. Las cabezas de los venados matados en la caza, las
guardaban para que les fueran propicias; si el propietario moría, a cabo de un
año, los parientes salían con ellas al anochecer de la casa del difunto con
canto triste y lloroso, y tras de todos una vieja con la cabeza del venado
reputada principal, y la colocaban en una pira, encima de unas flechas;
alrededor pasaban la noche llorando la anciana, y cantando y bailando los demás,
hasta el amanecer, que encendida la hoguera, la cabeza se reducía a ceniza, y
quedaba sepultada la memoria del muerto. Cachinipa
era el autor de la muerte, y estaban en la creencia de que si veían morir a
sus parientes, ellos también morirían al punto; por eso enterraban a sus
enfermos antes que acabaran de
espirar.
No guardaban ni recelaban sus doncellas, ni procuraban casarlas
intactas, dejaban las pues a su albedrío, por lo que muchos años vivían en
libertad, y después de casadas, a su gusto dejaban un varón para tomar otro. A
los muertos les lloraban sus parientes por algunos días, cantando y bailando,
por la mañana y por la tarde, alrededor de la sepultura, con grandes gritos y
alaridos, refiriendo las virtudes y las hazañas del difunto; pintábanse al
efecto los rostros en la figura de una calavera con lágrimas en las mejillas,
sin duda para tenerlas fingidas si no las encontraban en sus ojos verdaderas.
Continua Breve Historia de tribus de Coahuila II
Fuente:
GEOGRAFÍA
DE LAS LENGUAS
CARTA
ETNOGRAFICA
DE
MÉXICO
PRECEDIDAS
DE UN ENSAYO DE CLASIFICACION DE
Y
DE APUNTES PARA LAS INMIGRACIONES DE LAS TRIBUS
POR
EL LIC.
MANUEL
OROZCO Y BERRA
MÉXICO
IMPRENTA DE J. M. ANDRADE Y F. ESCALANTE
1864